• 592. La princesa Ixquic (Leyenda Maya)
    Sep 28 2024

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    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Había una vez en lo que hoy es yucatan una princesa llamada Ixquic que era hija de un señor maya llamado Cuchumaquic.

    Cierto día mientras Cuchumaquic paseaba con su hija por los amplios jardines adyacentes a los templos mayas le contó a su hija que en el inframundo había una árbol que se decía producía unos extraños frutos. Al oír esto la joven pregunto.

    Puedo ir yo a ver ese árbol. Seguro que sus frutos deben ser muy sabrosos. El padre inmediatamente le dijo que le estaba prohibido visitar el inframundo y comer de dichos frutos.

    Pero la joven Ixquic quedo maravillada de la historia y secretamente hizo nacer un deseo en su corazón de desobedecer a su padre y viajar por ella misma a conocer el árbol y sus frutos.

    Una noche, oculta por la oscuridad de la luna nueva Ixquic salió de su palacio y emprendió camino sola hacia el inframundo al que llamaban Pucbalchah. Allí asombrada llego a al pie del misterioso árbol.

    .

    ¡Ah!, dijo , ¡qué frutos tan extraños produce este árbol. No visto otros igual en las tierras de mi padre. Y cuantos tiene en sus ramas. Que me sucedería si cojo uno de ellos. Acaso podría morir.

    De pronto una voz que venia de dentro del árbol le respondió.

    ¿Qué es lo que quieres joven princesa? Estos objetos que vez en las ramas de los arboles no son frutos son calaveras. Dime que deseas.

    La joven replico. Deseo los frutos.

    Seguro replico de nuevo el árbol .

    Sí los deseo, contestó Ixquic.

    Muy bien, dijo la calavera que le hablaba . Extiende hacia acá tu mano derecha.

    De acuerdo replicó la joven, y con movimientos tembloroeos levantando su mano derecha y la extendió hacia el árbol.


    En ese instante la calavera que le hablaba escupió y la saliva cayó directamente en la palma de la mano de la joven princesa Ixquic. Y luego le dijo.

    En mi saliva y mi baba te he dado mí descendencia (dijo la voz en el árbol). Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren los hombres se espantan a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un Señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan en sus hijas y en hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la tierra, que no morirás. Confía en mi palabra que así será, dijo la cabeza de Hun-Hunahpú

    Cuando Ixquic regresó a su casa, supo que se había quedado embarazada inmediatamente por haber estado en contacto con la saliva de la calavera

    Llegó, pues, la joven a su casa y después de haberse cumplido seis meses, fue advertido su estado por su padre, el llamado Cuchumaquic. Al instante fue descubierto el secreto de la joven por el padre, y mando a llamar el consejo de señores de xibalba. Diciendoles. .

    Mi hija está preñada; ha sido deshonrada, exclamó Cuchumaquic cuando compareció ante los Señores.

    Está bien, dijeron estos. Oblígala a declarar la verdad, y si se niega a hablar, ca

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  • 591. El valiente cobarde
    Sep 25 2024

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    Juan David Betancur
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    Había una vez un hombre muy pobre que vivía en una ciudad. Su única posesión era una guitarra, y su única amiga era una anciana que le daba de comer. En esa región, dos pueblos vecinos estaban en constante conflicto, atacándose mutuamente año tras año.

    Un día, mientras exploraba los alrededores, el hombre encontró un lugar muy verde que le inspiró. Decidió descansar allí y pronto se quedó dormido. Sin embargo, unas moscas lo despertaron, y en su furia, mató a noventa y nueve de ellas de un solo golpe. Orgulloso de su hazaña, grabó en su guitarra:

    “Shej Gub-ba quitó noventa y nueve vidas de un solo golpe, entre el canto y el silencio.”

    Unos soldados del pueblo vecino, que acababa de ser atacado, pasaron por allí y vieron el guitarrista dormido. Inmediatamente se acercaron para robarle, pero inmediatamente cogieron la guitarra leyeron la inscripción y en la guitarra y pensaron que Shej debía ser un guerrero formidable.

    Huyeron sin despertar al hombre y corrieron a informarle al rey de lo que habían leído. El rey interesado en contar con un guerrero capaz de matar 96 personas de un solo golpe decidio que quería hablar con el y mando a llamarle a sus presencia.

    Cuando los soldados le pidieron que fuera a ver al rey, Shej respondió que el rey debía venir a él ya que el estaba muy ocupado para ver reyes. Y el rey soprendido de aquel rechazo pensó que efectivamente debía estar ante un hombre excepcional, así que monto en su caballo real y cabalgo hasta donde estaba Shei. Cuando llego lo encontró mal vestido, pelo largo, sin afeitar y sucio. Sorprendido por su apariencia desaliñada, el rey ordenó que lo arreglaran y lo trajeran a su presencia. Una vez limpio y bien vestido, el rey le pidió que matara a un león que estaba aterrorizando a su pueblo como prueba de su valentía.

    Shej , preocupado, fue a ver a su amiga anciana, quien le preparó un brebaje para dormir al león. El león bebió el brebaje y se quedó dormido, permitiendo que la anciana lo amarrara. Shej llevó al león al pueblo, donde fue recibido con una gran celebración y se le ofreció la mano de la hija del rey en matrimonio.

    Vivió como un príncipe hasta que un día fueron atacados por un grupo de bandidos. La princesa le pidió que defendiera al pueblo pero éste, para esconder el miedo que sentía, exclamó:

    -Tenéis que amarrarme bien encima del caballo porque soy un peligro viviente. En la lucha me enfurezco y arremeto contra todo el mundo. No puedo andar suelto. Y de esa manera los soldados lo amarraron al caballo y lo llevaron a la entrada del pueblo. Y luego dejaron que el caballo cabalgara de frente contra las

    El caballo, sintiendo la tensión del momento, comenzó a galopar hacia las filas enemigas. Los soldados enemigos, al ver a Shej atado de esa manera, pensaron que debía ser un guerrero temible que no necesitaba siguiera estar libre para enfrentarlos, que amarrado como estaba podía derrotarlos y se llenaron de miedo.

    El caballo, entrenado para la batalla, se lanzó con fuerza y velocidad, y Shej aunque asustado, mantenía la calma exteriormente. Los enemigos, confundidos y aterrorizados por la visión de este hombre aparentemente indomable, comenzaron a retroceder.

    En medio del caos, Shej recordó las palabras de su vieja amiga y decidió usar su ingenio una vez más. Comenzó a gritar con todas sus fuerzas, fingiendo estar en un frenesí de batalla:

    • ¡Apartaos de mi camino, o conoceréis la furia de Shej Gub-ba, el que mató noventa y nueve vidas de un solo golpe!

    Los enemigos, aterrorizados por sus gritos y la velocidad del caballo, huyeron en desbandada. Los soldados del

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  • 590. La liebre astuta (infantil)
    Sep 23 2024

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    Juan David Betancur
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    En un rincón remoto de la pradera africana vivía una liebre conocida por su astucia y rapidez. La liebre era un animal muy ágil y siempre estaba saltanto de aquí allá y debido a esto todos en la pradera la conocían. La liebre como todos sabemos es un animal peque con orejas grandes y muy divertido. Y A pesar de su pequeño tamaño, la liebre siempre encontraba maneras ingeniosas de resolver los problemas que pudiera encontrar en sus recorridos diarios. Un día, mientras descansaba bajo un árbol, escuchó unos ruidos muy profundos y se asomo a ver quien era el que producia estos ruidos. Desde atrás de un pequeño arbusto pudo ver como un gran rinoceronte caminaba por su pradera moviéndose como si fuera el dueño de todo a su alrededor. Además el rinoceronte gritaba con toda su energía que el era el más fuerte animal y que el podía derrotar a cualquier otro animal. Obviamente los animales pequeños se escondían a su paso y le huian cuando lo sentían venir.

    La liebre Cansada de la arrogancia de aquel rinoceronte decidió darle una lección y saliendo de atrás de los matorrales salto y salto hasta que llego donde estaba el rinoceronte. Allí se paro frente a el y le dijo.

    Rinoceronte, puedes ser fuerte, pero no lo eres más que yo. Te desafío a una prueba de fuerza mañana por la mañana.

    Ja… dijo el rinoceronte. No sabes con quien estas tratando en este momento. Te recuerdo que yo soy el más fuerte y que nadie nunca me ha podido vencer. Y menos una simple y pequeña liebre.. Mejor vete antes de que me hagas enojar .

    La liebre no solo no se retiro sino que además le dijo.

    Mira Vamos a probar tu fortaleza tirando de una cuerda …

    Lo vamos a hacer de esta manera …. Yo voy a tirar una cuerda bien larga y luego cada uno de nosotros toma un lado y el que tire de ella más fuerte gana y demuestra quien el el más fuerte de la pradera.

    El rinoceronte se tiro al suelo de la risa…. No podía aguantar la risa de solo pensar en que esa pequeña liebre lo estuviera retando a una prueba de fuerza. Así que entre risa y risa le dijo…. Esta bien liebre si quieres lo podemos hacer y acepto el desafio sin pensarlo dos veces.

    Mientras tanto, la liebre corrió extendió la cuerda hasta el lago que estaba al otro lado de un matorral, de esta manera el rinoceronte no la podía ver y solo veía como la cuerda cruzaba el matorral …

    En este rio vivía un hipopotamo que al igual que el rinoceronte se creía muy fuerte y poderoso. La liebre llego con la cuerda hasta donde se encontraba el hipopotamo y le dijo.

    Hermano hipototamo. Tu siempres me estas diciendo que te debo tener miedo porque tu eres muy fuerte. Pues yo aquí estoy para demostrarte que yo soy la más fuerte.

    El hipototamo se undio en el lago y haciendo burbujas de risa saco la cabeza mientras decía…. Liebre tu estas loca. Como te atreves a retarme, tu sabes que yo soy ciento de veces más grande y que mi fuerza es enorme….Vete y déjame solo.

    La liebre se acercó y le dijo. Si tu me vences yo no volvere por aquí, pero si yo te derroto podre venir al lago las veces que yo quiera…. Que te parece el trato. El hipopotamo que quería el lago para el solo, acepto el reto y le dijo.

    Esta bien… Tu ganas que tengo que hacer . Y la liebre le dijo. Mira esta cuerda que he traído. Toma y cuando yo te diga empieza a tirar. Yo estar en el otro extremo de la cuerda y así el que tire más fuerte ganara.

    Esta bien dijo el hipopotame …. Vete hasta el otro lado y me dices cuando empezar a tirar.

    Perfecto…. Dijo la liebra espera y cuando sientas el primer tiro

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  • 589. El vendedor
    Sep 21 2024

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    Juan David Betancur
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    Había una vez un campesino que estaba pasando por una crisis muy grave. El campesino tenía una parcela donde cultivaba maíz y tenía una vaca que le proporcionaba leche. Por aquellas épocas había un sequia muy fuerte y la tierra del campesino se había quedado sin aqua.. Desesperado para poder comer decidio viajar al pueblo y vender su unica fuente de alimento. Su vaca.

    Tomo el animal y después de recorrer varias horas llego al mercado de animales y allí se paro con su vaca diciendo. Vendo la vaca. Vendo la vaca. Soy muy pobre y necesito el dinero. Un comerciante paso por allí y al ver al campesino tan desesperado le ofrecio 10 monedas por una vaca que usualmente se venderia por 30 o cuarenta monedas. Pero el campesino necesitado de comida para el y su familia acepto las 10 monedas que sabía no le permitiría comer por mucho tiempo. Pero eran tiempos difíciles .

    Decidio ir a la salida del pueblo donde se vendían los alimentos y comprar algo con sus escasas 10 monedaas. De pronto se cruzo con un anciano de mirada sombria que gritaba a los cuatro vientos

    -¡Vendo Sabidurías! ¡Sabidurías! ¡lleve sus buenas Sabidurías!...

    -¿Qué Sabidurías son esas, hermano? -preguntó, asombrado, el campesino.

    El viejo sonrio sabiendo que podía tener un clente y le dijo Estas son Sabidurías de oro, que te ayudarán a hacer tu camino en esta vida, que te protegerán de los infortunios y hasta te harán rico Creeme.. Lleva una que tu vida cambiara con ella.

    El campesino siempre había estado convencido de que un día la fortuna le sonreiría y que se haría rico de repente, como sucede en los cuentos. Y pensó que aquel hombre que decía vender Sabidurías era la una oportunidad única, una oportunidad que no debía dejar escapar.

    Vacilando le dijo…. Dime buen hombre cuanto dices tu que cuestan esas sabidurías?

    El viejo manteniendo una sonrisa insondeable e indescifrable le dijo. Mira yo generalmente vendo estas sabidurías a 100 monedas pero como puedo ver que tu no eres rico y que tu vestimenta te delata como un hombre pobre te vendere una sabidura por la modica suma de 10 monedas. Tomalo o dejalo

    El campesino qu solo contaa con las 10 monedas que le habían dado por la vaca decidio tomar el riesgo y metiendo la mano en el bolsillo donde llevaba las monedas las saco. Diez monedas titilantes.

    -Muy bien. Aquí van las diez monedas . Dame la sabiduría.

    Y, sin dudarlo un momento, el campesino le dio al anciano todo el dinero que tenía . El viejo se guardó el dinero en el bolsillo y murmuró al oído del campesino: «Piensa bien lo que haces. Ése es la sabiduría». Y luego como por arte de magia desapareció.

    «¿Qué habrá querido decir?», se preguntó el campesino. «Yo me sé todos los proverbios, consejas y refranes que existen, pero jamás se me había ocurrido pensar que podría ganar dinero con alguno de ellos. Voy a intentar vendérselo a otro». Y comenzó a gritar:

    -¡Vendo sabidurías, Sabidurías de oro!...

    Pero nadie le hacía el menor caso. Algunos, incluso, le tomaban por loco y se reían de él sin recato:

    -¿Habéis visto? Como cree que tiene demasiado sabiduría , quiere vendernos un poco.

    -¡Eh, tú, saco de maldades! Si tanto sabiduría tienes, ¿por qué eres pobre?

    Pero el campesino no perdía la esperanza, y continuó gritando por las calles de aquel pueblo sin perturbarse

    -¡Vendo Sabidurías! ¡Compre las buenas Sabidurías!. Tengo la sabiduría que necesitan para el futuro. La sabiduría que lo acompañara por el resto de su vida.

    Finalmente después de recorrer todo el pueblo llegó ante las puertas del palacio real. El rey, que solía pararse en su balcon a divisar el pueblo y sus

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    12 mins
  • 588. El helecho y el bambú
    Sep 18 2024

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    Juan David Betancur
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    Había una vez un hombre que estaba pasando por una etapa de su vida muy difícil. Este hombre había dedicado muchos anos de su vida a prepararse intelectualmente con la confianza de que algún día sus esfuerzos serian recompensados. El hombre había terminado sus estudios y había salido a buscar empleo, pero en aquella época en particular la región en la que vivía estaba pasando por una gran crisis y no encontraba un trabajo relacionado con sus estudios. El hombre tenía esposa e hijos y había aceptado un trabajo muy inferior a sus condiciones intelectuales. Además veía como otros de sus amigos que no habían dedicado el tiempo a estudiar como el lo había hecho ya tenían buenos ingresos y podían mantener sus hogares sin afugias .

    El hombre que pese a haber estudiado durante un buen numero de años se sentía envidioso de sus compañeros de la infancia y desanimado decidio salir a buscar el consejo de un sabio que vivía en lo alto de una montaña alejado del pueblo.

    Después de recorrer varios días el sendero que lo llevaba a la montana, llego por fin a un bosque de bambú que danzaban y producían un bello sonido cuando el viento los recorria, maravillado por la belleza de aquel bosque y por el canto que este producía el hombre recorrió los últimos metros de su travesía con un aliento en su alma que hacia días no sentía y se encontró finalmente a las puertas de una casa modesta pero muy acogedora.

    Allí en la entrada había una pequeña campana y con un poco de temor y vergüenza la toco. Su sonido igualmente hermoso lo lleno de alegría y suavemente la puerta comenzó a abrirse. Ante si estaba un hombre de edad indescifrable con una gran barba y una mirada profunda. Cada uno de sus rasgos anunciaba sabiduría. Con voz suave el anciano le dijo.

    Bienvenido. Dime quien eres y que te acontece.

    El hombre sorprendido por lo directo del mensaje, le dijo su nombre y con dificultas le dijo que el se sentía muy desanimado ya que su vida profesional no estaba siguiendo la ruta que el pensaba debía seguir. Le contó su profesión, y su trabajo actual y como veía que estaba viviendo por debajo de su potencial.

    El sabio simplemente sonrio con dulzura, tomo su cayado y saliendo de la casa invito al visitante a que lo siguiera, caminando regreso a el origen de aquel bosque y allí en la entrada había un pequeño matorral de helechos y el bosque de bambú.

    Parados allí el sabio le dijo. Mira estos helechos y estos bambús los sembré hace 20 años cuando me vine a vivir a las montañas. He de decirte que los sembré uno junto al otro y espere que crecieran.

    El helecho creció muy rápidamente y para mi fue muy agradable ver como su color verde esmeralda brillaba a la salida del sol. El bambú en cambio no germinaba. Sin embargo yo confiaba en el.

    Al siguiente año el helecho seguía creciendo y reproduciéndose. Pero el bambú nada. No germinaba, y el helecho seguía prosperando.

    Al tercer año el helecho ya había cubierto una tercera parte de el tamaño actual y solamente al cuarto año un muy pequeño brote de bambú se asomaba tímidamente sobre la tierra, imperceptible casi en contraste con el helecho. Pero yo seguí teniendo fe en el bambú y seguí regándolo y abonándolo cuando era necesario.

    Cuando llego el quinto año y el bambú comenzó a desarrollarse y su tallo y sus hojas empezaron a crecer al recibir la luz del sol y en menos de seis meses ya tenía más de 5 metros de altura, mientras el helecho ya había alcanzado su máximo tamaño. El bambú siguió creciendo y rápidamente su altura paso a ser de 30 metros y después de un buen numero de años sus semillas

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  • 587. Un muchacho valiente (Albania)
    Sep 17 2024

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    Juan David Betancur
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    Había una vez en un lugar lejano seis hermanos, tres hombres y tres mujeres. Como las mujeres eran muy bellas lograron casarse con los tres seres más Maravillosos. Una se caso con el sol, la otra se caso con la luna y la otra se caso con el viento.

    Los tres hermanos vieron partir a sus hermanas y pasado un tiempo sintieron que ya era hora de visitarlas. Así que prepararon alimentos y se pusieron a caminar hasta el fin del mundo donde el sol, la luna y el viento vivían.

    La noche los sorprendio en una pradera al pie de una montana y decidieron acampar allí. Sacaron sus alimentos y con un pedazo de pedernal y una yesca hicieron fuego. El menor de los hermanos que era el más despierto de todos dijo. Vayan a dormir mis hermanos que yo cuido durante la noche.

    Los hermanos mayores se acostaron a dormir y mientras tanto el joven deambulaba dando vueltas vigilando. Lo que no sabía el joven es que en el bosque que estaba cerca vivía un dragón que solía asolar la región y que cuando vio una luz en la pradera supo que allí podría ir a comer.

    El joven vio como una sombra se acercaba y rápidamente se apresto a enfrentarla. La sombra finalmente se revelo como aquel dragón que con ojos desorbitados lo miraba a escasos metros. El joven que desde niño había sido muy valiente desenvaino su espada y con un salto ágil se avalanzo sobre el cuello del dragón.

    El dragón comenzó a dar vueltas tratando de librarse de aquel joven pero no lo pudo hacer, el joven aprovecho que estaba sobre el dragón y le enterro la espada en la espalda. El dragón salto de dolor y su cola alcanzo a mover y apagar el fuego que tenían prendido. Mientras todo esto sucedia los hermano seguían dormidos. El joven salto de nuevo y el dragón al verse herido se dio media vuelta y huyo de nuevo hacia el bosque.

    Con la noche fría el joven temio que sus hermanos se congelaran y al mismo tiempo no quería despertar a sus hermanos así que trato de encontrar el pedernal y la yesca pero el hermano mayor la tenía bajo su cuerpo dormido.

    A lo lejos el joven vio una luz y decidio ir hasta allí para traer el fuego. Camino un buen tiempo pero noto que la madre de la noche pasaba sobre el y se dirigía hacia el horizonte. El joven la llamo y le pregunto hacia donde iba. La madre noche le dijo.

    Voy al amanecer como todos los días ya es hora de que tu cunado el sol salga de nuevo …

    -Voy hacia el amanecer -contestó ella.

    -No quiero que mis hermanos vean el fuego apagado al despertar. ¡No vayas todavía!

    -No puedo evitarlo -dijo la Madre de la Noche. Debo permitir que amanezca cuando llegue el momento.

    El joven se abalanzo sobre ella y la amarro a un arbol. Esperame aquí, te soltare cuando yo regrese.

    Cuando llegó hasta el fuego que se veía a lo lejos, vio que sobre las llamas había un enorme caldero de hierro con doce asas. Levantó el caldero y tomó un leño encendido. En ese momento llegaron los doce ladrones que tenían allí su campamento.

    -¿Cómo pudiste levantar ese caldero? -le preguntaron. ¡Es pesadísimo! Nosotros somos doce y apenas podemos levantarlo entre todos.

    -No lo sé -dijo el mocito. Lo levanté así -y alzó otra vez el caldero sin ningún esfuerzo.

    -¿Te gustaría ayudarnos en nuestra próxima aventura? -le preguntaron los ladrones. Vamos a robar los caballos del rey.

    A nuestro amigo no le gustaba la idea ni mucho ni poco, pero era peligroso llevarles la contraria a doce hombres armados. Era una noche larga, extrañamente larga. Los ladrones consiguieron abrir una brecha en la pared del palacio real y se metieron en el patio de las caballerizas.E

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    8 mins
  • 586. Lulú y Malú (infantil)
    Sep 12 2024

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    Juan David Betancur
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    El Viaje de Lulú la estrella y Malú el Cometa

    Había una vez, en un rincón lejano del universo, una pequeña estrella llamada lulu y su mejor amigo llamado malu. Lulu la estrella brillaba con una luz cálida y dorada, mientras que malu el cometa tenía una larga cola brillante que dejaba un rastro de colores a su paso.

    Un día, Lulu la estrella y Malu el cometa decidieron emprender una aventura para descubrir los secretos del universo. Se despidieron de su hogar en la Vía Láctea y comenzaron su viaje a través del espacio infinito.

    Un espacio tanta grande que ninguno de los dos alcanzaba ver donde terminaba

    Después de viajar mucho tiempo vieron un planeta que no podían creer que existiera. El planeta era azul y tenía muchas montañas, lagos, ríos y mares. Allí tuvieron la oportunidad de ver como estos mares estaban llenos de animales que nadaban felices. Igualmente las montanas tenían otros animales que corrían por todas las planicies y los valles que formaban las montanas. Los habitantes del planeta, los humanos, les contaron historias sobre la vida en la Tierra y les mostraron sus hermosos paisajes. Lulu la estrella y Malu el cometa quedaron maravillados con la diversidad de vida y la belleza del planeta.

    Luego, volaron hacia el planeta Rojo, Marte. Allí, encontraron valles profundos y montañas gigantes. Aunque Marte estaba desierto, Lulu la estrella y Malu el cometa imaginaron cómo sería si algún día los humanos pudieran vivir allí. Soñaron con ciudades futuristas y jardines marcianos.

    llegaron al planeta Gigante, Júpiter. Júpiter era tan grande que Lulu la estrella y Malu el cometa se sintieron diminutos a su lado. Vieron tormentas gigantes y nubes de colores que parecían bailar en el cielo. Júpiter les enseñó que el universo está lleno de maravillas y sorpresas.

    Su siguiente parada fue el planeta Anillado, Saturno. Los anillos de Saturno eran como un carrusel gigante, y Lulu la estrella y Malu el cometa se divirtieron deslizándose por ellos. Conocieron a los lunas de Saturno, que les contaron historias sobre los misterios del espacio.

    Después de su largo viaje, Lulu la estrella y Malu el cometare gresaron a la Vía Láctea. Habían aprendido mucho sobre el universo y estaban emocionados de compartir sus historias con sus amigos.

    Desde entonces, cada noche, Lulu la estrella brilla un poco más y Malu el cometa deja un rastro más brillante, recordando a todos que el universo es un lugar lleno de magia y aventuras.

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  • 585. La tinaja
    Sep 9 2024

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    Había una vez Un Emperador que cansado de tanta riqueza y lujo decidio a salir a caminar por el pueblo que estaba en las afueras de su grande y majestuoso palacio. Era una linda mañana y debido a sus múltiples ocupaciones el rey no había visto el sol directamente desde hacia varios días. Así que llamo a su guardia y les dio la orden de que lo acompañaran. Con gran algarabía la guardia iba adelante mientras un grupo de músicos iban tocando las trompetas anunciando la llegada de su majestad.

    Llegando a la plaza central del pueblo, junto a la fuente de agua que todos los habitantes utilizaban para recoger el preciado liquido para sus subsistencia el rey vio a un mendigo recostado a la sombra con una pequeña vasija de barro en sus pies.

    El rey queriendo demostrar magnanimidad se bajo de su carruaje y se acercó al viejo mendigo y le dijo

    Tu …. Dime -¿Qué quieres?

    El mendigo sin levantar la cabeza simplemente le contesto.

    Tu me estas preguntando dirigiéndote a mi mientras descanso…. se rió y dijo:

    -¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo

    El rey se rió mirando a todos los habitantes allí reunidos y dijo:

    -Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? Simplemente dímelo. Recuerda que yo soy el rey y tengo poder sobre todo lo que me rodea.

    Y el mendigo aún sin mirar al rey le dijo

    -To te diría que debes pensar dos veces antes de prometer cualquier cosa. Sin importar quien seas o quien te crees que eres.

    El rey ya enojado y viendo como otras personas del pueblo se acercaban a ver que estaba pasando le dijo.

    Te puedo prometer aquí delante de todos que te daré cualquier cosa que pidas. Soy un hombre muy poderoso y no creo que pueda haber algo que tu desees que yo no pueda conseguirte.

    El mendigo que seguía sentado y aún no miraba al rey, señalo despreocupadamente la vasija de barro que tenía a sus pies y le dijo.

    Mira Quisiera que llenaras esa vasija con algo que tu consideres valioso para ti.

    El rey rio de nuevo y le dijo a sus guardias…. Recojan las monedas de oro que tengo en el baúl del carruaje y llenen de oro la vasija de este pobre mendigo. Ya con eso sabrá que yo soy muy rico y poderoso y que le cumpliré cualquier deseo.

    La guardia abrió uno de los cofres del carruaje y llevando con dificultad su contenido comenzaron a echar la monedas en la pobre vasija de barro. Pero por mucho que echaban la vasija no se llenaba. Corrieron a otro de los baúles del carruaje y de nuevo lo abrieron y llevaron su contenido a la vasija, pero esta no se llenaba. Todo lo que echaron adentro se desvanecía y la vasija permanecía vacía como al principio.

    El pueblo que observaba esto comenzaba a murmurar y a mirar al rey que pese a que daba la orden no podía cumplir con el deseo de aquel mendigo.

    Lo que estaba sucediendo era tan misteriosos que rápidamente de voz en voz se corrio la noticia que un pobre mendigo estaba retando al poderoso emperador. Los habitantes comenzaron a llenar todos y cada uno de los rincones de la plaza y el murmullo comenzaba a crecer .

    El emperador alzo la voz y dijo. Tu no podrás derrotarme si te he dicho que llenare tu vasija lo hare sin importarme cuanto me cueste.

    Guardias abran todos los demás cofres y llenen la vasija con lo que allá allí.

    Los guardias abrieron los cofres que aún estaban en el carruaje y vaciaron su contenido en la vasija y todo absolutamente todo desapareció.

    El emperador hizo traer el contenido de su salón del tesoro y todos los diamantes, rubies y esmeraldas fueron echados

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